martes, 23 de diciembre de 2014

Estornudos

ESTORNUDOS

Erase una vez una vez, un hombre feliz y honrado, sincero, alegre y trabajador. Pero como todos, no era perfecto, y él, como tú, también tenía problemas. Su mayor problema era sus estornudos, pues cuando hacia uno ya no podía parar hasta hacer diecisiete, y eso le pasaba cada día diferentes horas.

Eso muchas veces le suponía un problema. Quitando las veces cuando le salían en familia o en amigos, no era muy agradable para él ver las caras de sus compañeros en el ámbito laborar o en las reuniones de padres y tutores. Muchos mayores pensaban que era una falta de respeto y una burla contra ellos. El hombre nunca conseguía explicar por qué y le resultaba dificil encontrar la solución, ni siquiera los médicos sabían lo que le pasaba.

Se acercaba la navidad y estaba un poco decaído porque le habían echado de un empleo por culpa de sus estornudos: mojó todos los informes con babas y en una reunión interrumpió a su jefe mientras estaba hablando.

Eso también le suponía un problema al conducir y ya había tenido mas de un accidente. En resumidas cuentas, pensaba que era un desastre, y se sentía diferente conforme a los demás.

Pensó que quizá comiendo algo muy-muy picante el estornudo se le pasaría, y siguiendo esa extraña teoría se fue directo a México donde se hace la salsa más picante del mundo: El tabasco.

En el viaje, como era de esperar, en el avión, mientras todos estaban durmiendo hizo los estornudos y todo el mundo le echó la bronca y se puso a refunfuñar.

A la vuelta, la gente se dio cuenta enseguida de que su hipótesis no había resultado.

Era navidad, las cuatro de la mañana levantó porque la comida de Nochebuena no le había sentado bien, salió al balcón y miro la noche estrellada, cuando de repente vio una estrella fugaz y le pidió un deseo: que sus estornudos no le supusieran un problema.

Entonces, hizo un solo estornudo pero gigante, inmenso, colosal.


A la vuelta de las fiestas, había conseguido una entrevista de trabajo, pero en el momento más inoportuno estornudo, pero vió que la entrevistadora se reía y comprendió que el deseo se había cumplido y era feliz porque sabía que cada día de su vida vería una sonrisa, de ahí en adelante fue feliz y comprendió la verdadera magia de la navidad.

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