Era 19 de diciembre, una niña llamada Carla que tenía 9 años estaba sola con su padre en casa, porque su madre estaba en un viaje de trabajo.
Su padre era el hombre que más odiaba la navidad que ella o cualquiera había conocido. Su casa seguía igual que siempre, porque no celebraban la navidad. Ella sabía porque a su padre no le gustaba la navidad. Cuando él tenía 7 años, mientras sus padres iban a comprar los adornos, murieron en un accidente de coche.
Carla estaba enferma, por lo cual, se quedó en casa todo el día. No podía hacer nada y además su padre iba a volver tarde del trabajo. Como no podía salir a la calle, estuvo toda la mañana viendo la televisión. No había ningún canal en el que no aparecieran series de navidad. En ese momento pensó que ya era hora de empezar a celebrar la navidad.
A la tarde, mientras su padre seguía en el trabajo, fue a visitar a su abuela. Al ver que su casa estaba totalmente adornada, le entraron más ganas que nunca de poner en marcha su plan y le pidió a su abuela que le dejara unos adornos.
Ya en casa, Carla cogió el antiguo belén y el árbol de navidad que le había dado su abuela y empezó a decorar su casa.
En el momento que acabó de decorar, su padre entró en casa. Se enfadó muchísimo y le ordenó a Carla que lo tirase todo. Pero Carla se negó.
Estuvieron hablando mucho tiempo hasta que llegaron a un acuerdo. “Ese año celebrarían la navidad, pero si su padre sentía que la odiaba tanto como cuando era pequeño no volverían a celebrar la navidad, pero, en cambio, si no lo pasaba tan mal, cambiaría de opinión y la celebrarían”.
Llegó el día de navidad y Carla se sentía muy feliz. El padre, se dio cuenta de que ver a su hija contenta era más importante que no celebrar la navidad.
Por eso, a partir de ese año, celebraron las navidades en familia, compraban adornos y decoraban juntos la casa. Cada año fue mejor que el anterior. Carla se sintió muy orgullosa de su padre todos los años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario